Últimamente numerosas revistas especializadas han dedicado artículos al tema de los cuidados al cuidador, lo que resulta de lo más esperanzador. Centrarse en la parte personal del profesional sanitario y no sólo en sus competencias profesionales es el camino para que éste ejerza su labor desde una perspectiva integral, consciente y saludable, tanto para él como para sus pacientes. No es posible dedicarnos a este trabajo si no cuidamos y trabajamos nuestra interioridad.
En este contexto han surgido algunas voces que dedican atención al profesional sanitario que trabaja en ámbitos donde el dolor y el sufrimiento son palpables, abordando cómo afronta su trabajo y cómo lo procesa como ser humano.
Así, se ha acuñado el concepto “fatiga por compasión” para hablar de una vivencia compleja: la que sucede cuando el contacto constante con el dolor y el sufrimiento de otros comienza a pesar tanto que se cuela en todos los ámbitos de la vida del profesional e interfiere no sólo en su trabajo, sino en la imagen de sí mismo, mermándola a todos los niveles.
Síntomas de la fatiga por compasión
Cuando entramos en esta vivencia de fatiga -a la que somos susceptibles simplemente por ser humanos-, se abre ante nosotros el camino de la vuelta al contacto con uno mismo, el momento de identificar, parar y discernir el camino a seguir.
Las señales que nos permiten identificar la fatiga por compasión son de varios tipos:
-Cognitivas: Dificultades en atención y memoria, revivir el trauma (del paciente), sacudida de creencias, percepción de vulnerabilidad, desconfianza, disminución de las actividades de ocio placenteras y divertidas, aislamiento de la familia y los amigos.
-Emocionales: Experiencia de intenso miedo, tristeza o ira, que puede producir vulnerabilidad, desesperanza, pérdida de la alegría y la felicidad.
-Somáticas: Reacciones propias de la hiperactividad de la rama simpática del sistema nervioso autónomo (palpitaciones, molestias gastrointestinales, estreñimiento, dolores de cabeza…), dolores difusos debido a tensiones musculares, cansancio y/o sensación de que el descanso no es reparador y, en el caso de las mujeres, agudización de las molestias menstruales.
-Laborales: Percepción de escasa capacitación profesional, tendencia a dirigir la intervención hacia las áreas no relacionadas con el sufrimiento, aislamiento del resto del equipo, sensación de incomprensión, absentismo y bajas laborales.
Si necesitamos una manera más objetiva, concreta y completa de medir la fatiga compasiva, en este enlace tenemos un auto-cuestionario que la mide y que podéis consultar en este enlace. Continue reading →