Sara Losantos, psicóloga de FMLC
En nuestro anterior artículo hablábamos de cómo la nueva edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-V) retira la exclusión del diagnóstico de depresión en los casos donde la persona está atravesando también un duelo y han pasado menos de dos meses desde el fallecimiento del ser querido, por lo que parece que se abandona el intento de definir y establecer un diagnóstico diferencial con respecto a otras entidades o trastornos.
Lo cierto es que todavía no existen evidencias acerca de cómo va a afectar esta modificación a los criterios diagnósticos de las personas que están en duelo, pero cabe suponer que, si los psiquiatras no van a tener en cuenta que los síntomas depresivos pueden estar motivados por un proceso natural como el duelo, se van a patologizar procesos que son normales.
Esto a su vez va a contribuir a medicalizar procesos que no sólo no requieren medicación, sino que tampoco presentan ninguna mejoría en comparación con otros casos que tan sólo han recibido ayuda terapéutica, según indican los estudios. Y lo que es peor: van a dificultar la resolución de procesos que el ser humano está preparado para superar de forma natural.
Duelo versus depresión
Aunque el clínico se vuelque menos en la teoría que el teórico puro, la teorización de los trastornos mentales no es un asunto baladí y, de alguna manera, condiciona la intervención de quien hace un trabajo específicamente clínico. Lo ideal sería que teóricos y clínicos pudieran ir de alguna manera de la mano.
En ocasiones nos encontramos en la clínica con personas que vienen derivadas de especialistas con un diagnóstico de depresión severa resistente. Dada la similitud entre los síntomas depresivos y los signos del duelo, cuando identificamos un duelo no resuelto lo tratamos como duelo.
A menudo ocurre que, tras trabajar el duelo, estas personas mejoran y se recuperan. Resulta complicado vencer las resistencias de los pacientes que vienen con un diagnóstico tan claro, por lo que parte del trabajo irá encaminado a fundamentar y justificar la necesidad de trabajar el duelo.