Sara Losantos, psicóloga de FMLC
Ante la pérdida de un ser querido, a menudo buscamos palabras con las que consolar o aliviar a sus allegados. Es difícil ser testigos del dolor ajeno: nos conmovemos, nos removemos y nos afectamos. Por eso, en el imaginario colectivo siempre ha existido un conjunto de palabras que pensamos que pueden atenuar la pena del doliente.
Con esa idea, durante generaciones los seres humanos hemos tratado de ofrecer consuelo en las distintas ceremonias y ritos que, históricamente, han acompañado las despedidas de nuestros seres más queridos. Desde el típico y protocolizado: “Te acompaño en el sentimiento” o “Lo siento muchísimo”, hasta fórmulas más personales que tratan de apaciguar el dolor desgarrador que produce la muerte.
Estas fórmulas van de lo protocolizado a lo personal, en función del grado de cercanía que tengamos con el doliente. A más cercanía, mayor personalización en el mensaje. En cualquier caso, todas estas fórmulas -en las distintas culturas y ante los distintos ritos- buscan lo mismo: apoyar en un momento de dolor y ofrecer consuelo ante la pérdida.
Qué palabras consuelan
He reflexionado a menudo sobre qué fórmulas existen para reducir el impacto del dolor y si existe una palabra a modo de bálsamo. Mi conclusión es que no existe una única palabra, ni tan siquiera un conjunto de ellas, que puedan ofrecer lo que la gente busca: una reducción significativa del dolor.
Antes de preguntarse qué palabras pueden ofrecer ese alivio, cabría preguntarse si es posible obtener esa reacción, es decir: ¿Se puede reducir el dolor en el duelo? Y, en caso afirmativo: ¿Depende eso de una o varias personas, depende de la red de apoyo del doliente?
Desde mi punto de vista, el dolor depende de lo que haga el doliente y no tanto de lo que haga su red de apoyo. Asimismo, considero que el dolor puede ir reduciéndose, pero no en función de un solo aspecto -como pueda ser el apoyo social o las palabras de consuelo-, sino de muchos factores que se van alineando y van determinando que el dolor disminuya o aumente. Y todo ello depende siempre del doliente. Continue reading