Patricia Díaz, psicóloga infanto-juvenil de FMLC
A veces, cuando los padres llevan a un niño o adolescente a terapia no saben muy bien cómo ayudarle, ni qué cosas apoyan la terapia y cuáles la dificultan. A menudo los adultos que acuden acompañando a un menor también están en duelo y el tema les resulta igualmente complicado.
Por esta razón, en nuestro artículo de hoy hablaremos de los factores que ayudan a que el proceso de los niños que acuden a terapia de duelo vaya bien, es decir, los indicadores que nos dan pistas sobre el avance del niño.
Factores que influyen en la terapia de duelo infantil
Hay algunos factores que determinan el avance en la intervención en duelo con niños y adolescentes. Enumeraremos algunos de los más importantes, por si en algún momento es necesario que este tipo de intervención sirva de guía:
- ● El niño tiene que conectar con el psicólogo que le va a atender. Aunque este punto parece fácil a simple vista, tal vez es el más complicado, el niño debe percibir seguridad en la persona que le atiende.
- ● El psicólogo debe tener un carácter que facilite la comunicación con los niños y adolescentes, es decir, tiene que estar familiarizado con su lenguaje, sus gustos, las costumbres y otras cosas que a los niños les puedan resultar atractivas. Esto no es por aparentar, sino porque el niño va a hablarnos de su mundo y es conveniente que, al menos en parte, conozcamos las cosas que son propias de él.
- ● El psicólogo debe conocer las distintas características del proceso de duelo, tanto en niños como en adolescentes, así como las técnicas propias de la terapia infanto-juvenil. Esto es importante porque, según el momento evolutivo, algunos síntomas serán normales y otros serán indicativos de intervención.
- ● Hay que implicar a los padres en la terapia. Con frecuencia la clave del avance del niño no está en lo que haga en el despacho o la consulta, sino en aquellas cosas en las que los padres puedan apoyar en casa.
- ● El menor debe mostrarse interesado en avanzar y en participar en las distintas propuestas del psicólogo. Este punto no es fácil, ya que en muchas ocasiones hay que empezar por cosas que motiven al niño y generen las dinámicas de terapia, para que luego éste participe en ellas como si fuese una rutina.
- ● Es importante que el niño tenga conciencia del problema. A menudo son los padres quienes lo han percibido, pero el niño lo vive como algo normal, no le da la misma importancia que los adultos de su entorno. Por eso, es importante que el terapeuta le ponga ejemplos para que tome conciencia del problema. De lo contrario, trabajar con algunos niños algo que no les supone un conflicto puede ser realmente complicado, ya que no verán la necesidad de remediarlo y normalizarán todos los comportamientos.
- ● Es cierto que, en lo relativo al duelo, los niños son conscientes al menos de la pérdida, saben que alguien ha fallecido y que muchas cosas han cambiado, y son propensos a hablar del tema. En cierto modo la terapia es un lugar donde se sienten entendidos, valoran el espacio como un sitio en el que hablar del fallecido sin cuestionamientos, opiniones, límites, etc.
- ● Hay que normalizar los comportamientos del menor para ofrecerle ayuda, explicarle que lo que le ocurre es normal y los motivos por los que consideramos normal ese comportamiento. Aunque le podemos explicar lo que esta clase de actitudes van a suponer a medio plazo y motivar el cambio o el trabajo en esos aspectos.
- ● Es muy importante que reforcemos los avances del niño, cualquier cambio pequeño es importante. Ese refuerzo habitualmente será verbal, les diremos lo bien que trabajan, la capacidad que tienen y estaremos pendientes de sus logros e intereses para preguntarles acerca de ellos.
- ● Aunque nuestro objetivo será atender el duelo, durante todo el proceso hay que estar pendientes del resto de los factores que rodean al niño. Es importante preguntarles por su familia, sus amigos, los temas académicos… para saber tanto si el duelo afecta a otras áreas de su vida, como si dichas áreas están preservadas, o bien sirven al niño para adquirir habilidades o como vía de escape ante otras presiones. Se trata más o menos de tomar la medida del avance del menor.
- ● Es habitual que a veces los niños funcionen como un rompecabezas: si somos capaces de encajar la pieza correcta con ellos, a menudo el resto encaja del mismo modo y la normalidad empieza a extenderse a muchas otras áreas.
- ● Por último, el niño debe ser considerado parte activa del proceso, es decir, debe estar informado de qué nos mueve a hacer una cosa u otra, de los objetivos. También le permitiremos hacer todas las preguntas que sean necesarias y tendremos en cuenta su opinión y sus sugerencias. Es un modo fantástico de formar un equipo con ellos para trabajar en conjunto.
Estos son algunos puntos que consideramos esenciales en la terapia de duelo infanto-juvenil. No son los únicos y cada persona se define mejor con unos u otros. Para concluir este artículo, debo destacar que al finalizar la terapia suelo felicitar a los niños por su gran trabajo: en realidad, este espacio es suyo y es gracias a sus opiniones, avances, compromisos y pequeños o grandes cambios que se avanza, así que todo el mérito es de ellos y de sus padres.
Para saber más sobre la atención del duelo en menores, podéis acudir a nuestro servicio gratuito de Psicoterapia de duelo infantil, solicitar que impartamos una charla gratuita para padres y profesores en vuestro centro educativo (a través de este proyecto) o descargar gratis nuestro manual práctico «Hablemos de Duelo», que ofrece pautas para ayudar a los adultos a hablar de la muerte con los niños y da claves sobre cómo viven el duelo los menores según su edad.
También incluye un apartado sobre cómo atender el duelo en el colegio y cómo ayudar a afrontar el duelo a las personas con discapacidad intelectual. La guía está disponible gratuitamente para su descarga en nuestra página web: