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La muerte de un ser querido vista por un niño entre los 3 y 6 años

Patricia Díaz, psicóloga infanto-juvenil de FMLC

 

© MalagónLa pérdida de un ser querido para un niño pequeño puede constituir su primer contacto con la muerte y convertirse en una experiencia que le marque en muchos sentidos. Es posible que esta experiencia contribuya a darle un carácter de normalidad a la pérdida; o bien que le genere mucha confusión y dificultades para procesar esa información.

Es importante saber cómo ve un niño la muerte de un ser querido. Así, conociendo cuáles son sus interpretaciones más comunes de la muerte, sabremos de dónde vienen los mensajes que nos lanzan y cómo ayudarles a comprender mejor este suceso. Lo primero que hay que recordar es que los niños de esa edad son bastante literales. Así que los mayores problemas van a venir de cómo entienden los mensajes.

Cómo interpretan los niños la muerte

Hay que tener en cuenta que los niños no entienden el concepto de irreversibilidad de la muerte, es decir, no entienden que es definitiva, sino que la viven como un viaje, algo temporal. Este aspecto se relaciona tanto con el pensamiento mágico, como con la fantasía.

El periodo entre los 3 y los 6 años se caracteriza porque las reglas de la realidad pasan muy desapercibidas. En la mente del niño todo es posible, los juegos son una mezcla de realidad y fantasía, los superhéroes tienen un componente de verdad, existen personajes imaginarios y otros elementos que van a complicar la comprensión del niño.

Elementos que dificultan a los niños comprender la muerte

Vamos a analizar algunos conceptos que, mientras para los adultos resultan obvios, para los niños significan otras cosas y a largo plazo pueden dar lugar a dificultades o bloqueos:

  • ● Está en un lugar mejor/Está en el cielo. Lo que el niño entiende de esa frase es su significado literal: que el fallecido está en un lugar mejor. El menor interpretará cual es el lugar mejor, ya sea un sitio de vacaciones, un parque de atracciones…  Del mismo modo, los niños de esa edad interpretan la expresión “Está en el cielo” como que la persona está en el cielo -concretamente en lo azul que está separado de la tierra por la línea del horizonte-, así que el niño preguntará cómo es el sitio en el que está, querrá detalles de cómo ha llegado, qué hay, qué se come, si hay colegio, televisión… También imaginará que, si va en avión o globo, podrá ver al fallecido que vive en el cielo. E incluso se sorprenderá si no se da el caso.

  • ● Ha subido al cielo. Esta expresión es muy común y, aunque se parece a las anteriores tiene algunos matices diferentes. Los niños creen literalmente que la persona fallecida ha subido al cielo. Por eso, se interesarán por el modo de subir (si ha sido por escaleras, en ascensor, la localización del ascensor, por qué no ve el modo de subir y la pregunta del millón: Si el fallecido ha subido, ¿cuándo va a bajar?), Ante estas preguntas, si los adultos no queremos dar al niño detalles precisos, nos veremos envueltos en una serie de explicaciones complejas de las que resulta difícil salir.

  •  Hacer cualquier comentario que equipare la muerte a un viaje. Dejar que el niño piense que la persona fallecida está de viaje. Preguntarán cuándo va a volver y harán hincapié en temas relacionados con la vuelta y celebraciones (¿Va a venir a mi cumpleaños? ¿Vendrá en Navidad?).

  • ● No ser claros en las respuestas/No decirle al niño toda la verdad. Cuando se produce una muerte, y en especial si es de forma súbita o inesperada, a menudo se piensa que, suavizando la información, el niño lo va a asimilar mejor, pero nos equivocamos. Mientras nosotros protegemos al niño de la información, normalmente su entorno la maneja y se lo comunica. Es frecuente que otros niños de la clase sepan lo que le ha pasado y lo verbalicen en el patio. (“Tu mamá se ha muerto… No, que está de viaje muy largo y va a tardar en volver”; “Tu mamá se ha muerto… No, que está en el cielo y aún no baja”). Ese tipo de comentarios son incontrolables y generan en el niño mucho desconcierto, ya que, por un lado, las personas en las que confía le han dado una información que no cuestiona y su entorno le devuelve otra.

  • ● Bloquear las emociones para no asustar al niño/Ocultar nuestras muestras de debilidad. Es común pensar que los niños pequeños van a asustarse si nos ven llorar, o que aumentará su vulnerabilidad si nos ven preocupados o tristes. A menudo les lanzamos mensajes como: «Hay que ser fuertes”, “No ha pasado nada”, “Llorar es de débiles». Sin embargo, el efecto que tienen es el contrario al que pretendemos. Si hacemos eso, los niños creerán que llorar está mal, bloquearán su pena y se sentirán peor a medio plazo.

  • ● Decirle al niño que la persona fallecida le observa en todo momento y mezclarlo con sus sentimientos. Frases como: “Papá se habría sentido muy orgulloso de tus notas” o “No hagas eso, que entristece al abuelo». Cuando decimos esta clase de cosas, el niño no entiende que es imaginario. Cree de verdad que el fallecido lo ve y tiene sentimientos hacia él. Piensa que esa reacción es real y busca la manera de comprobarla. Por eso, si no hay respuesta del fallecido (algo imposible) el niño se enfadará, bien con el ser querido que no le responde, o bien con el adulto que se lo dijo, en quien perderá la confianza por mentiroso.

  • ● Dar al niño mucha información. Hay que darle la información justa y precisa que pueda entender. Si les damos mucha, se agobiarán con detalles y preguntas que probablemente no sepamos responder. Si les damos muy poca, su imaginación va a rellenar los huecos, creando un relato fantasioso de la muerte.

Como habéis visto, es fácil equivocarse con explicaciones que creemos que van a tranquilizar a los niños y, lejos de eso, les generan confusión, reinterpretación y miedo. Por eso, es conveniente analizar algunas de las explicaciones más comunes que les decimos a los niños.

Para saber más sobre la atención del duelo en menores, podéis acudir a nuestro servicio gratuito de Psicoterapia de duelo infantil, solicitar que impartamos una charla gratuita para padres y profesores  en vuestro centro educativo (a través de este proyecto)  o consultar  nuestro manual práctico «Hablemos de Duelo», que ofrece pautas para ayudar a los adultos a hablar de la muerte con los niños y da claves sobre cómo viven el duelo los menores según su edad. La guía está disponible gratuitamente para su descarga en nuestra página web:

www.fundacionmlc.org.

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