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Reacciones normales del duelo: Aturdimiento y choque

Rosa Sánchez, psicóloga de FMLC

 

Durante mi práctica profesional a menudo veo la dificultad que experimentan los dolientes para comprender sus reacciones en el momento posterior a la muerte de un ser querido.

En general, se sorprenden de las conductas que tuvieron y muchas veces les cuesta comprenderse o reconocerse.

Ante el impacto de la muerte del ser querido, en el doliente se suelen dar dos tendencias:

– Desbordamiento emocional.

– Anestesia o insensibilización emocional.

La insensibilización durante el duelo agudo

Algunas personas recuerdan haber sido muy resolutivas ante las demandas que exige la muerte del ser querido: comunicar el fallecimiento a toda la familia y a la comunidad, tomar decisiones acerca del entierro o la incineración, apoyar a otros parientes más afectados…Esto les sorprende enormemente y valoran de forma positiva haber podido resolver todos esos asuntos relativos a la pérdida en un momento tan doloroso.

Otros dolientes, sin embargo, no valoran este grado de eficacia y se cuestionan el hecho de haberse sentido insensibilizados, fríos, anestesiados del dolor. E interpretan esta insensibilización como una falta de amor a su ser querido, justo en el momento en que ha muerto.

El desbordamiento emocional en el duelo

Cuando las conductas que el doliente recuerda fueron de desbordamiento emocional, desorganizadas, se reprocha haber estado incapacitado para tomar decisiones o resolver problemas, y por el hecho de haber necesitado la ayuda de otros familiares cercanos. Además, siente miedo y no se reconoce a sí mismo en estas reacciones.

A continuación explicaremos algunos aspectos sobre el estado de aturdimiento o choque. El objetivo es facilitar la comprensión y, con ello, el buen trato del doliente hacia sí mismo, evitando así las interpretaciones acusatorias.

El duelo y el estado de choque

La primera reacción ante la noticia del fallecimiento de un ser querido es de incredulidad y confusión. Estos sentimientos reflejan la pérdida de la capacidad de reacción y la dificultad de conexión con la realidad y permiten al doliente graduar el nivel de dolor que puede soportar. Cuando la muerte es inesperada, la reacción de aturdimiento y choque es más intensa, pero incluso en situaciones en que la muerte puede preverse, por ejemplo, después de una enfermedad grave, la persona en duelo suele expresar alguna reacción de descreimiento.

Llamamos “estado de choque” a las respuestas ante experiencias abrumadoras, que producen estrés mental y emocional, y aparecen inmediatamente después de la muerte del ser querido. El doliente puede experimentar temblores, aumento del latido del corazón, cansancio, agotamiento, dolores abdominales agudos.

Para compensar estas sensaciones y manejar el dolor, las emociones más frecuentes que surgen son: ansiedad, llorar profusamente, desesperarse o tener una reacción de agresividad. Coexistiendo con estados de anonadamiento, aturdimiento e incredulidad. Son reacciones normales ante una experiencia “anormal”.

Diferentes tipos de reacción ante una muerte

En ocasiones, la persona puede llegar a sentirse animada, mostrando una capacidad de adaptación en apariencia sorprendente a la situación. En otros casos los dolientes se hunden totalmente, cayendo en un estado de desesperanza e indefensión. A veces pueden pasar de un estado a otro en pocos minutos.

Otra reacción común puede ser la falta de respuesta emocional, la imposibilidad de darse cuenta de lo que ocurre alrededor. El doliente puede olvidar algunos aspectos del evento. Son una protección biológica que evita y protege del desbordamiento emocional.

Función del aturdimiento en el duelo

Cuando anestesian al doliente, los estados de aturdimiento y choque lo insensibilizan ante la dura realidad de la muerte y permiten que pueda responder a las demandas externas posteriores a la pérdida del ser querido. Son respuestas biológicas adaptativas, pues proporcionan un escape temporal para reducir la sintomatología. Tienen una función protectora del organismo.

El doliente tiene dos necesidades de carácter opuesto:

– La necesidad de conectar con el dolor para elaborar la realidad de la pérdida.

– La necesidad de proteger el organismo de un posible colapso si la sintomatología es excesiva.

El organismo responde a estas necesidades con desbordamiento emocional y con insensibilización/eficacia. Ambas son respuestas normales en la inmediatez a la muerte del ser querido. Este hecho puede ser muy estresante y, a veces, traumático. Es importante que el doliente comprenda las reacciones conductuales que ha tenido en esa circunstancia tan dura y no se juzgue.

Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en consultar nuestra página web:

   www. fundacionmlc.org

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