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¿Qué me dicen mis sueños durante el duelo?

Rosa Sánchez, psicóloga de FMLC

Tras la pérdida de un ser querido, es habitual sentir un gran anhelo de su presencia, del contacto con el fallecido. Hay una parte de la identidad del doliente que queda vacía: aquello que era único en su vínculo con el ser querido. Además, quedan sin resolver aquellas tareas o aspectos de la vida cotidiana de las que se ocupaba, ya fueran emocionales o prácticas.

A veces, el doliente también siente la necesidad de calmar la incertidumbre: si tiene creencias religiosas, quiere saber si su ser querido está bien, o puede ser que antes no creyera en la trascendencia y ahora se replantea su fe. Los sueños de los dolientes reflejan muchas de estas necesidades y deseos.

Cuando soñamos con el fallecido

A través del sueño, el doliente satisface a veces la necesidad de volver a sentir vivo a su ser querido. En otras ocasiones, el sueño le proporciona un apoyo, un consejo, un límite… que sólo su ser querido le daba. Otros sueños ofrecen un mensaje que sólo la persona en duelo podrá interpretar, porque contiene elementos de su propia vida.

Por ejemplo, el doliente puede extraer de su sueño un mensaje que le ayude a dar significado a su proceso de duelo.

“Soñé con dos ángeles blancos. Cuando mi marido estaba muy enfermo me contó que había tenido un sueño que le dejó muy tranquilo: en él había dos ángeles blancos. Tener ese sueño me llenó de paz y el mensaje para mí fue que él está tranquilo”.

Aprender a vivir sin un ser querido

Puesto que el duelo es un proceso lento, una persona puede quedarse bloqueada en cualquier punto del mismo. Los sueños pueden darnos información sobre determinados bloqueos y sobre qué los está causando, examinando el proceso desde las tareas que propone Worden para superar el duelo. Éstas son:

En ocasiones los sueños pueden indicar si el doliente se encuentra elaborando alguna de estas tareas, si puede afrontarla o aún no puede.

Aceptar el dolor y la pérdida

Es frecuente que una persona en duelo sueñe que el fallecido está vivo y que luego despierte a la realidad de su ausencia. Son sueños esperados por el doliente que dejan un sabor agridulce: la emoción de sentir vivo a su ser querido en sueños y el dolor de despertar a la realidad de su falta. Se trata de un dolor necesario para aceptar la irreversibilidad de la muerte, la primera tarea del duelo.

Los sueños también pueden ayudar al doliente a integrar emociones perturbadoras como la ira, la culpa, la ansiedad y otros. Todas ellas son emociones habituales tras una pérdida, pero a veces su intensidad interfiere en la elaboración del duelo. Las muertes traumáticas también pueden originar flashbacks o sobreexcitación. Los sueños ayudan a integrar las emociones causadas por una muerte traumática y también las causadas por una muerte esperada.

“Sueño cada noche con aquel momento, cómo le encontré y cada paso que di. Me levanto empapada en sudor…”

Recuperar la ilusión sin culpa

Adaptarse a un mundo sin el fallecido es la tercera tarea del duelo y en la que el doliente debe resolver muchos problemas del día a día. En esta fase es común soñar con que el ser querido nos aconseja sobre algún asunto. El doliente puede dar significado al sueño y aproximarse a una solución.

Finalmente, la cuarta tarea del duelo es permitirse vivir de nuevo una vida plena y con ilusión, para lo cual podemos recibir un respaldo desde nuestro subconsciente:

“Había salido con amigos, lo pasé muy bien, al llegar a casa me sentí muy mal, culpable. Me dormí y recibí un regalo en el sueño: mi marido me miraba con alegría mientras yo me divertía…”

Todas estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dude en consultar nuestra página web:

   www. fundacionmlc.org

 

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