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La paciencia como elemento clave en la superación del duelo

Sara Losantos, psicóloga de FMLC

 

A menudo, durante mi ejercicio profesional, me encuentro con dolientes que dicen que su duelo dura ya demasiado, o que no pueden soportarlo más. Dado que el paso del tiempo es subjetivo, a veces ocurre que estos comentarios se hacen durante las primeras semanas o meses tras la muerte del ser querido. En esos casos, me preocupa tener que explicarle a un paciente que el dolor suele durar más tiempo y que lo que siente es sólo el principio.

Es una máxima el hecho de que no existe un duelo igual a otro y que no existe un periodo de tiempo concreto para elaborar el duelo. Sin embargo, en ocasiones las personas deben afrontar circunstancias en las que el tiempo transcurrido es claramente insuficiente para superar el duelo.

La duración del duelo

El duelo es un proceso y, como tal, requiere tiempo. Esto es así independientemente de que el tiempo en sí mismo no sea la clave. No podemos “recetar” tiempo para resolver el duelo, e incluso a veces es demasiado pronto… Y, ¿cómo lo sabemos? Porque todavía queda dolor y el dolor no es algo que obedezca a la razón (Ha pasado demasiado tiempo”, “Me he cansado de sufrir…”).

El duelo finaliza cuando el dolor ha disminuido lo suficiente para cada persona. Y aunque no podamos “concretar” exactamente cuánto puede llegar a durar un duelo, debemos reconocer -aunque sólo sea por sentido común e intuición clínica – que un mes no es tiempo suficiente, ni dos meses tampoco. Cuando un doliente alega que no puede soportarlo más después de tan poco tiempo pueden estar sucediendo varias cosas.

Las emociones en el duelo agudo

Una posibilidad es que nos encontremos ante un doliente impaciente. En una ocasión atendí a una mujer cuyo marido había fallecido dos semanas antes, llevaba casada casi treinta años. Ella me confesó sobre sí misma que cuando quería algo, lo quería ya. De la forma más delicada posible, intenté explicarle que el duelo exige paciencia. La razón es que, para que el dolor se deshaga, hay que darle espacio y legitimarlo sin horarios ni prisas.

También podemos encontrarnos ante una persona con un nivel abrumador de dolor. En ese caso, es importante intentar que encuentre un “respiro” a ese dolor, que pueda aliviar su intensidad. En ese sentido, las lágrimas tienen un componente que -analizado químicamente- es prácticamente idéntico al Lexatín. Cuando alguien está triste y llora hasta que se produce un desahogo, hasta que ya no quedan ganas de llorar, el resultado es una sensación de cansancio, pero también de alivio.

Liberar las emociones del duelo

Esa es una de las maneras en la que las personas encuentran alivio: a través del llanto. Cuando interrumpimos o evitamos llorar para no estar más tristes, impedimos la liberación del dolor. No podemos pedir paciencia a una persona que está inundada o desbordada de dolor.

En primer lugar, tendremos que enseñarle de qué formas puede atender el dolor paulatinamente, acercándose a él de un modo inofensivo. Podemos ayudarle en sesiones individuales en las que vaya viéndolo por sí misma poco a poco.

El papel del experto en duelo

Otras veces somos los propios especialistas los que necesitamos tener un poco de paciencia. Si estamos haciendo todo bien en terapia y el paciente no mejora, es porque necesita más tiempo. Aquí siempre hay que tener en cuenta el sentido común, pero los expertos también somos humanos y en ocasiones tenemos expectativas sobre la terapia.

El problema es que servimos de modelo a nuestros pacientes, de tal manera que, si les transmitimos impaciencia, ellos pueden mostrarse impacientes o disconformes. Tenemos que ser capaces de estar con el dolor del otro, sin prisas ni expectativas, para posibilitar que el dolor se deshaga. La paciencia y el acto de legitimar y validar el dolor son una clave más de este intrincado proceso. Pero acompañar ese dolor en silencio y en calma, describir y “estar”, es lo que verdaderamente cura.

Estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dudes en consultar nuestra página web:

   www. fundacionmlc.org

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