Aunque el duelo sea una experiencia única con matices irrepetibles, a lo largo de nuestra experiencia laboral hemos encontrado una vivencia común a casi todos los dolientes.
Esta vivencia consiste en la dificultad que encuentran muchos de ellos en volver a disfrutar de las cosas o sentirse bien sin experimentar culpabilidad, tras la muerte del ser querido.
Los esquemas mentales y la elaboración del duelo
El duelo es una experiencia universal, que se ciñe a una cultura determinada y que se ve influenciado por el grupo -o grupos- al que pertenecemos, el cual representa el apoyo social. Así pues, el marco social en el que se enmarca la vivencia del duelo modela la experiencia.
Todos disponemos de esquemas mentales que nos ayudan a predecir cómo serán nuestros acontecimientos vitales más importantes. De hecho, todos tenemos una idea preconcebida de cómo son las bodas, cómo son los nacimientos y, también, de cómo es el duelo, cuánto dura, cuánto duele… todo ello sin necesidad de contar con una formación específica al respecto.
Falsas creencias que complican el duelo
Cuando participamos en los distintos ritos funerarios recibimos mensajes como, por ejemplo: “Mi tía perdió a un hijo y no se recuperó nunca”, o “El tiempo lo cura todo”, etc. Son mensajes que, junto a otros muchos, vamos incorporando a nuestro esquema sobre el duelo, que nos sirve de primera guía cuando atravesamos el duelo por primera vez.
Y ahí viene el principal problema, porque estos mensajes proceden de experiencias únicas y, como ya hemos dicho en otras ocasiones, en el duelo no existen normas universales, sino tan sólo generales. Tratar de ponerle coto al dolor o normativizarlo puede complicar el proceso, alargándolo o intensificándolo.
El dilema emocional de las personas en duelo
De lo explicado anteriormente, concluimos que el doliente se encuentra luchando entre dos necesidades:
- • La de no sufrir, porque de forma innata el ser humano se acerca a lo que le produce placer y se aleja de lo que le produce displacer.
- • La de llevar a término un duelo “digno”, conforme a lo que se espera de nosotros.
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