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Recursos para trabajar el duelo en grupo: El camino del duelo

Pilar Pastor, psicóloga de FMLC

 

Cuando un doliente participa en un grupo de duelo se encuentra con muchos elementos favorecedores, que resultan de gran ayuda en su proceso.

En el grupo, el doliente se siente comprendido, escuchado, es un entorno donde no se enjuicia y en el que puede compartir su experiencia, que al mismo tiempo está siendo vivida también por el resto de los participantes, con las diferentes particularidades de cada caso.

A todos ellos les une una fuerte experiencia común: la pérdida de un ser querido y el dolor que conlleva. El grupo permite ver otras formas de manejar el proceso: existen tantas formas de experimentar el duelo como personas y el hecho de poder compartirlo es de gran riqueza.

Aspectos positivos de los grupos de duelo

Desde una perspectiva profesional, cuando facilitamos grupos, a nosotras siempre nos queda una sensación de haber sido testigos y parte de un encuentro muy especial, casi sagrado. Tenemos la sensación de que lo que se comparte en el grupo de duelo viene de un lugar de mucha intimidad, como es el dolor.

A medida que se van creando los lazos de confianza, compasión, empatía y aceptación necesarios para que el participante sienta que el grupo es un lugar seguro, donde es libre de decir aquello que quizá expresa por primera vez, el doliente se va atreviendo a compartir, a abrir su corazón a sí mismo y a los demás.

El grupo entero va profundizando más y más, como si el proceso fuese una espiral. Elaborar el duelo en grupo conecta con dos fuerzas muy presentes en el ser humano: las del autoconocimiento y la autocomprensión, y las de interrelación e interconexión.

El papel del psicólogo en el grupo de duelo

La función del facilitador del grupo es favorecer que se puedan desarrollar estas dos vías: por un lado atender la parte intraindividual de cada participante, atendiendo a su mundo interno; por otro lado, favorecer la parte relacional, la de interrelación, la de humanidad compartida.

Aunque cada uno tenemos nuestro camino y lo hacemos solos, ser conscientes de que compartimos una misma humanidad, de que estamos interconectados, favorece la sensación de hermandad, nos recuerda que el sufrimiento viene implícito en la vida y también que podemos hacernos cargo de él, que en cada persona reside una fuerza esencial, que proviene de esa vulnerabilidad a la que tememos acceder y aceptar.

Además de activar las habilidades de la dinámica de grupos para que estas dos vías esenciales de trabajo grupal se pongan en marcha y ayuden a cada participante en sus procesos de duelo, hay multitud de dinámicas específicas que potencian y movilizan estos procesos. Al margen de las dinámicas propias que creamos para los grupos, también podemos adaptar para el trabajo en grupo la mayoría de las que utilizamos en terapia individual. Hoy explicaremos una de ellas, que en nuestra experiencia ha resultado especialmente reveladora y potente: el camino del duelo.

La dinámica del camino del duelo

Solemos proponer esta actividad cuando el grupo ya lleva recorridas por lo menos 10-15 sesiones. Es una dinámica que invita a pararse y a conectar de una manera más intuitiva-corporal con el propio proceso de duelo. La propuesta que hacemos a los participantes es la siguiente:

  1. Elaboramos un camino del duelo: Se puede representar este camino con las sillas del grupo, creando con ellas cuatro bloques, que equiparamos a las cuatro tareas del duelo. También podemos hacer algo más sencillo, como representar el camino con unas cartulinas y explicarle al grupo que se trata del camino del duelo. Podemos explicar las tareas o no, en realidad, el lugar donde cada uno se coloque no es una decisión racional, sino más bien intuitiva, por lo que a menudo sobra el exceso de palabras o explicaciones. La forma en que representemos físicamente el camino se supedita a la creatividad del terapeuta, pero es importante que la simbolización sea corporal, así entran en juego otras vías de autoconocimiento que no son las racionales.
  2. Vamos proponiendo a los participantes que, uno por uno, se vayan colocando en la parte del camino donde sienten que están a día de hoy, en ese momento. De pie, se van situando en un punto del camino. Es importante que se tomen un tiempo, no es lo mismo situarse entre dos sillas o dos cartulinas, que al final o al principio de otra… y el “lugar exacto” sólo el cuerpo lo sabe.
  3. Con cada participante podemos ir explorando diferentes aspectos: cómo se sienten ahí, qué han dejado atrás y qué tienen por delante, qué sería para ellos elaborar el duelo o estar mejor, qué necesitan y qué les ayuda.
  4. El resto de los participantes también puede reflejar cómo sienten ellos que se ha situado su compañero, si lo ven más adelante o más atrás que donde se ha colocado, etc.

Resultados de la dinámica del camino del duelo

El papel del experto en duelo consiste en dirigir la atención al proceso, a que el doliente no se vaya a otros aspectos de la experiencia, sino que conecte consigo mismo y con el lugar en el que se encuentra. Confiamos en que cada persona sabe lo que necesita y buscamos que sea el propio doliente quien conecte con esa confianza en sí mismo y con la capacidad de hacerse cargo del proceso.

Nuestra experiencia trabajando con esta dinámica es que resulta una sesión muy movilizadora, cada doliente se conecta de una manera muy integral con su duelo y para muchos comienza una etapa de hacerse cargo de su proceso, de sentir que tienen mucho que decir, hacer y sentir con respecto a él y que no es sólo una manera de sentirse, que implica mucho más. Después de esta sesión, los participantes se suelen referir a su propio camino, a esta dinámica, conectando con mayor consciencia consigo mismos y con su vida.

Estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dudes en consultar nuestra página web:

   www. fundacionmlc.org

 

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