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Claves para ayudar a los profesionales sanitarios a detectar el duelo en Atención Primaria

Pilar Pastor, psicóloga de FMLC

 

Los estudios que se han realizado sobre el duelo en Atención Primaria relacionan este proceso con una mayor frecuencia de visitas a la consulta del médico de cabecera y un mayor número de afecciones físicas difusas.

El duelo, como proceso integral, no sólo se experimenta a través de su vertiente emocional, sino que a menudo también implica un desajuste a nivel orgánico que, mediante esta vía, encuentra la manera de ser expuesto a la consciencia.

Por otro lado, en ocasiones anteriores hemos mencionado la creciente tendencia que existe en nuestra sociedad de buscar en el profesional sanitario el espacio, el consuelo y la comprensión que en ocasiones el doliente no encuentra en su entorno más cercano y que necesita para elaborar su duelo.

Por estos motivos, para el profesional sanitario resulta de mucha ayuda conocer y tener claras una serie de certezas sobre el proceso de duelo, cómo detectarlo y cómo entenderlo, puesto que en multitud de ocasiones se encontrará con un doliente en su consulta.

El duelo duele

Puede parecer redundante, pero no hay mayor verdad con respecto al duelo. Es imposible que no sintamos dolor ante el fallecimiento de alguien que queremos, de modo que la reacción sana y esperable ante la pérdida es la tristeza y lo que sana esta emoción es expresarlo mediante el llanto. No debemos caer en el error de patologizar una reacción natural y beneficiosa.

El duelo es un proceso único en cada caso

El vínculo que une a dos personas es especial, por eso el proceso que va a desencadenarse tras el fallecimiento de una de ellas va a ser particular. Esto se traduce en que sólo vamos a poder valorar el curso del duelo sano en función de cada caso en concreto. Contamos con ciertas generalidades que nos pueden guiar para dirimir entre lo patológico y lo normal, pero en ningún caso las directrices teóricas primarán sobre el caso real.

El duelo necesita tiempo para ser elaborado

Esto es así porque se compone de procesos muy complejos. Eso no quiere decir que el tiempo cure, sino que se necesita tiempo para elaborar y asimilar todo lo que implica. Y este periodo de tiempo es diferente para cada persona. Los primeros tres meses tras el duelo se contemplan como un periodo donde lo que prima son los recursos propios de los mecanismos de defensa. Casi todo lo que experimentamos en este periodo es normal, puesto que el doliente está reaccionando como puede ante lo sucedido, por lo que debemos ser cautos a la hora de intervenir en esos momentos.

Una de las creencias falsas acerca del duelo afecta a la duración del mismo: parece que un año es la fecha límite para superarlo. Es cierto que en durante este primer año se ha cubierto todo un ciclo, que implica enfrentarse por primera vez a la vida sin la persona que ha fallecido y que, por lo tanto, es un periodo de mucha importancia, pero no es una fecha mágica.

El duelo es una experiencia profundamente humana

Por esta razón, necesita de mucha humanidad para ser elaborado. El dolor es algo muy íntimo del ser humano, estamos al lado de la vulnerabilidad, eso requiere tacto y cuidado, además de sensibilidad para ver más allá de la resistencia al dolor. El duelo no requiere tanto de pautas y consejos como de una escucha y una atención cuidada y empática. El 90% de las personas que sufren una pérdida van a desarrollar un duelo normal, pero todo el mundo necesita de otro para afrontar este proceso: el doliente necesita que validen su duelo.

Esto implica que el doliente necesita sentirse entendido y acompañado en su dolor, no solo a nivel racional, sino de una manera comprensiva y cercana. La empatía, el hecho de estar cercanos e interesados por el otro, alivia el dolor del doliente. Además, también activa en nosotros, los profesionales, una capacidad de resiliencia -aunque podamos sentirnos abrumados por el dolor del otro y nos sintamos conmovidos y tocados en nuestra sensibilidad-, al saber que esa persona encontrará la manera de salir adelante y que, por un rato, no se ha sentido sola con su dolor. Todo aquel que ha sufrido esa experiencia sabe que es sanadora.

El duelo puede complicarse

Es un proceso natural que tiende a encontrar su manera de resolverse, pero a veces el doliente experimenta dificultades, ¿cómo detectarlo? Una de las características del duelo complicado es la intensidad y la sensación de bloqueo que deja en los dolientes. Sienten que no pueden hacerse cargo, que les desborda. Va pasando el tiempo y parece que nada cambia, que las emociones, el dolor, el bloqueo, están al mismo nivel que como estaban al principio.

El duelo se compone de 4 procesos fundamentales

Cuando detectamos un bloqueo persistente en el tiempo y de mucha intensidad, estamos frente a un proceso de duelo complicado. Estos cuatro procesos son: aceptar la realidad de la pérdida (es el más complejo de todos, implica una aceptación global e integral); la asimilación de las emociones del duelo (el dolor tarda mucho en drenarse por completo, eso es parte del proceso, lo complicado viene cuando hay una emoción enquistada); la vuelta al día a día sin el fallecido (implica hacerse cargo del presente y de la vida sin el fallecido); sentir ganas de vivir, sin renunciar al recuerdo, encontrando la manera de mirar al futuro.

Para saber más sobre el acompañamiento a pacientes en duelo, os recomendamos la lectura de nuestra Guía de Duelo Adulto para Profesionales Socio-Sanitarios, que ofrece a los trabajadores del ámbito de la salud (médicos, enfermeros, psicólogos) pautas para detectar y atender el duelo complicado en Atención Primaria. La guía está disponible gratuitamente para su descarga en nuestra página web:

www.fundacionmlc.org.

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