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Cuando el profesional sanitario está en duelo

Sara Losantos, psicóloga de FMLC

 

A través de este artículo queremos promover una reflexión profunda en todos aquellos profesionales que, directa o indirectamente, intervienen o atienden a personas que están atravesando un duelo por la pérdida de un ser querido.

En anteriores artículos hemos hablado de cómo abordar el duelo, cómo identificar las señales de un duelo complicado, qué hacer para ayudar al doliente en los primeros momentos, pero… ¿qué ocurre cuando quien ha sufrido la muerte de un ser querido es el propio profesional que atiende a personas en duelo? 

Cuando se da esta situación tenemos que atender a dos aspectos:

  • – Por un lado, ¿qué ocurre con los pacientes de un experto en duelo cuando éste se encuentra atravesando un duelo?
  • – Por otro lado, ¿quién atiende o cómo se ayuda a un profesional en duelo?

Qué hacer si el duelo afecta al profesional

Con respecto al primer punto, puede ocurrir que el profesional, al menos en los primeros momentos de su propio proceso, no pueda contener la emoción ni concentrarse en su trabajo, o que simplemente le remueva demasiado el contacto con personas que están en duelo. En este caso, lo ideal es que se tome un tiempo de descanso, por lo menos en relación a la práctica clínica. Esta pausa debe servirle para reponer energías y para ir elaborando su duelo.

El profesional puede encontrarse esta situación en cualquier punto de su propio proceso, puede ser que al principio no le afecte y luego sí, o al revés. Una vez que lo advierta, debe retirarse de la práctica clínica para no ser maledicente y derivar a sus pacientes a otro profesional que pueda hacerse cargo. A veces es un compañero quien detecta esta situación y sugiere al profesional que se supervise y se retire. Para eso están los equipos de trabajo y las supervisiones colectivas.

Cómo ayudar a un profesional en duelo

En cuanto al duelo del profesional, conviene aclarar que a menudo no necesitará de la intervención de otro profesional, habida cuenta que el 90% de las personas que experimentan la pérdida de un ser querido atraviesan un duelo sano.

Quizás la mayor traba que puede encontrarse un profesional en esos momentos es la dificultad de reconocer en qué medida puede afectarle la pérdida. A veces se exige al profesional de la Psicología que se » blinde» frente al dolor. Está muy arraigada la creencia irracional de que el psicólogo no sufrirá por asuntos de índole emocional, dado que conoce el funcionamiento de las emociones y las estrategias para abordarlas. En estos casos se considera que, dado que el profesional conoce las teorías del duelo, conoce el proceso y sabe cómo abordarlo, seguramente sabrá sortearlo sin ayuda.

Sin embargo, no siempre es así. En ocasiones el duelo se enquista y se bloquea, a pesar de lo que sabemos, o precisamente por lo que sabemos. El motivo es que intentar controlar el proceso de duelo desde la cabeza puede bloquear el acceso a la parte emocional. El duelo es un proceso espontáneo que no permite una gestión exclusivamente racional.

La compasión es necesaria para trabajar el duelo

En cualquier caso, el duelo, la muerte o la pérdida son experiencias universales frente a las que ni siquiera los profesionales expertos en duelo están protegidos. Nadie puede blindarse frente al dolor que inevitablemente produce la pérdida. Este punto es lo que nos hace humanos y lo que nos permite sentir compasión por nuestros pacientes, porque en ocasiones conocemos el dolor que implica la pérdida.

En eso consiste precisamente la compasión, del latín «compadecere«, que significa «padecer con». Consiste en acompañar en el sufrimiento a los que han tenido alguna pérdida, desde nuestra parte más humana y honesta. Eso es posible porque, al margen de que no hayamos tenido las mismas vivencias que nuestros pacientes, hemos tenido experiencias de pérdida. Por otro lado, resulta casi imposible ser compasivo con los demás sin antes haber sido compasivos con nosotros mismos.

Aptitudes de un buen experto en duelo

No se trata de sufrir al mismo tiempo, ni de diluirse o perderse en el dolor del otro: eso no sería terapéutico ni honesto, como tampoco lo sería aprovechar el dolor de los demás para alimentar nuestro propio proceso.

Se trata de ser tolerantes y flexibles con las respuestas, las actitudes y las decisiones que adopten nuestros pacientes, porque sabemos que no es un proceso fácil y que cada persona lo hace lo mejor que puede con las circunstancias vitales con las que uno, a veces, tropieza. Porque fin de cuentas, podemos comprender las dificultades con las que se encuentran nuestros pacientes. La receta nuevamente es la paciencia, el respeto y acompañar. Y eso sirve tanto para nuestros pacientes, como también para nosotros mismos.

Estas claves pretenden servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para saber más o para solicitar ayuda psicológica gratuita, no dudes en consultar nuestra página web:

   www. fundacionmlc.org

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