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© Jack Prommel

La resistencia de los antivacunas agrava los efectos de la pandemia en Bolivia

A punto de cumplirse dos años desde que la epidemia de Covid-19 se propagó por todo el planeta, el impacto de la variante Ómicron en el país andino ha complicado aún más la vuelta a la normalidad.

A principios de 2022, Bolivia superó las 20.000 muertes acumuladas a causa de la pandemia de coronavirus, una cifra que ha obligado al gobierno a declarar una vez más la emergencia sanitaria.

Muchas familias han soportado la infección, la mayoría sin poder acceder a atención hospitalaria, ya que no existe un servicio de salud gratuito, los pocos centros de Salud Pública estaban saturados y los privados tenían un coste inaccesible para ellos”, explica Sandro Aranda, director de nuestra escuela infantil de El Tejar, en La Paz.

Miedo a la vacuna

A la fragilidad del sistema sanitario boliviano se une la resistencia de amplios sectores de la población a vacunarse. Hasta ahora, sólo un 61% de los bolivianos ha recibido la primera dosis y un 52%, la segunda. Los motivos son variados -desde el miedo a la vacuna, a la desconfianza provocada por la desinformación-, pero sean cuales sean estos, el resultado es el mismo: los ciudadanos no vacunados que contraen el virus presentan cuadros más complicados y a menudo requieren de hospitalización.

En El Tejar hemos sabido de personas que se han curado en casa, aplicándose remedios tradicionales basados en yerbas, infusiones, dióxido de cloro y medicamentos de venta libre en algunas farmacias, pero algunas familias perdieron a sus seres queridos por falta de una atención adecuada”, explica Sandro Aranda. Con el fin de acelerar el proceso de inmunización, el Gobierno de Luis Arce promovió recientemente un carnet de vacunación obligatorio para poder acceder a todo tipo de espacios: desde supermercados y entidades bancarias a terminales de autobuses y aeropuertos.

Impacto en la población boliviana

El anuncio de esta medida fue eficaz y en apenas tres días medio millón de personas acudieron a vacunarse, cuando hasta entonces la media oscilaba entre dos mil y tres mil personas diarias, según datos oficiales. Sin embargo, la aprobación del carnet ha tenido que suspenderse a causa del colapso de los centros de vacunación y por las numerosas reacciones de protesta que ha suscitado entre sectores como el comercio, el profesorado o las agrupaciones vecinales.

Entretanto, la economía del país andino sigue sin remontar y el Ministerio de Educación se ha visto obligado a retrasar la esperada apertura de los centros educativos. Por el momento, el año escolar comenzará este mes de febrero con clases virtuales en las ciudades y se tratará de combinar la semipresencialidad en las escuelas de las áreas rurales.

Mientras Bolivia afronta con incertidumbre esta cuarta ola, nosotros seguimos apoyando desde nuestro centro infantil a las familias sin recursos de El Tejar, mediante el reparto periódico de cestas de alimentos básicos: una pequeña ayuda que, sin embargo, ha sido crucial para el bienestar de muchos pequeños en estos difíciles meses. Puedes saber más sobre este proyecto haciendo clic aquí.

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