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Aprendizajes sobre el duelo (I)

Pilar Pastor, psicóloga de FMLC

 

Un proceso tan duro como el duelo conduce al ser humano a lo más profundo de su existencia, y es ahí -en ese espacio donde nos adentramos con miedo a destruirnos y que sólo parece contener una nube de desconocimiento- es donde encontramos las certezas y aprendizajes más valiosos.

Sin duda este tema da para escribir muchas páginas, por este motivo, este es el primero de una serie de artículos que elaboraremos sobre estos “lotos” que se pueden encontrar en la andadura del camino del duelo: tanto los que me han transmitido, como aquellos de los que también he aprendido como testigo y han ido formando parte de lo que sé.

A lo largo de mi carrera profesional como psicóloga que acompaña a personas en duelo he aprendido muchas cosas, algunas de ellas importantes para desentrañar este proceso. Me parece oportuno ponerlas al servicio de todo aquel que esté interesado en incorporar conocimientos sobre este tema, sobre todo para que otros profesionales puedan aprovecharlos, para difundirlos y que su efecto pueda multiplicarse y beneficiar a más personas.

Por otro lado, lo que sé no me pertenece: le pertenece a mis pacientes, que confiaron en vivir su experiencia junto a mí, me confiaron sus temores y sus inquietudes, me dejaron ser testigo de sus vivencias y acompañarlas. Hoy esas vivencias me han permitido llegar a algunas conclusiones y esas conclusiones se han transformado en aprendizajes. Estos son sólo algunos de ellos:

No resistirse a las fuerzas que intervienen en el duelo

De los aprendizajes más importantes, este lo considero el principal. En el duelo intervienen fuerzas y hay que saber aprovechar la inercia de dichas fuerzas y no resistirse. Por un lado, el duelo como proceso genera una fuerza que es casi animal, es salvaje y arrolladora. Esta fuerza invita a sumergirse en las emociones que trae el proceso: la tristeza, el miedo, la soledad o el vacío. Estas emociones pueden ser incómodas de vivir, pero no son dañinas, sino que conforman el camino de baldosas amarillas que nos conduce al final del proceso.

Al tiempo que aparece esta fuerza, también lo hace otra fuerza que tiene la misma intensidad pero va en sentido contrario: es la fuerza de la sociedad, esos mensajes que invitan a retirarse del duelo, a sortearlo; que proponen que no pensemos en ello o que no estemos tristes. Se trata de anular la tensión que genera esta lucha entre dos fuerzas opuestas y elegir una. El duelo como proceso conlleva una violencia a la que es difícil sustraerse, es como tratar de esquivar un tornado o un huracán.

Hay que expresar el dolor del duelo

Normalmente esa fuerza generada por la sociedad, por nuestro entorno, por nuestros vecinos, familiares o amigos, va dirigida a evitar que expresemos el dolor. A veces nos llegan a decir que estamos locos, que es exagerado, que estamos enfermos, frente a los consejos o recomendaciones de los psicólogos encaminados a permitir la expresión emocional. Para legitimar todos los sentimientos, sean cuales sean, el entorno recurre al argumento de que eso puede conducir irremediablemente a la depresión y que estar triste o tan triste es patológico.

En ocasiones se puede razonar con las personas del entorno que lanzan esos mensajes, para hacerles entender cuál es la realidad del duelo. Otras veces es como darse cabezazos contra una pared. Para todos esos casos en los que parece difícil o imposible que nos entiendan, el consejo es no resistirse. Esto no significa discutir o tratar de imponernos, sino pararse a escucharnos de verdad, a escuchar esa voz interna, de intuición, que se encuentra  más allá de los pensamientos habituales y del ruido interno y que, de alguna manera, sabe lo que nos conviene.

Extremar el autocuidado durante el duelo

El duelo requiere reposo, descansar, cargar las pilas y reponer energías, por eso es fundamental aprovechar las corrientes o las fuerzas que generan estos movimientos. Conviene cuidar el descanso, la alimentación, en definitiva, reponer energías, esfuerzos, para poder afrontar el trabajo del duelo. El ser humano no sólo se nutre de alimento, sino también de aire libre y sensaciones. Procurarse sensaciones que traigan sosiego y aire libre es beneficioso porque ayuda a mantener cierto equilibrio.

Con frecuencia los dolientes nos hablan del tremendo cansancio que les acompaña: de los olvidos, del esfuerzo que supone el día a día… y es que no somos conscientes del trabajo que implica el duelo a todos los niveles. Es importante cuidar el cuerpo,ya que a través de él mismo estamos cuidando partes de nosotros a las que no tenemos un acceso directo.

Para saber más sobre el duelo, os recomendamos la lectura de nuestra Guía de Duelo Adulto, que ofrece pautas para detectar y atender el duelo complicado. La guía está disponible gratuitamente para su descarga en nuestra página web:

www.fundacionmlc.org

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