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Turkana: Cuando la sequía te impide ir a la escuela

En la comunidad rural de Todonyang no es raro encontrarse con largas hileras de mujeres y niñas caminando por las áridas llanuras que conforman el paisaje natural de esta zona. Sostienen bidones de plástico en sus cabezas o brazos y sus túnicas de estampados brillantes ponen una nota de color en el horizonte arenoso. Buscan agua fuera de su poblado para llevársela a sus familias: una labor cada día más difícil.

Los 340.000 habitantes del distrito de Turkana, situado al noreste de Kenia, están acostumbrados a la vida dura. Más del 70% vive por debajo del umbral de pobreza y su principal actividad económica es el pastoreo seminómada, que los obliga a trasladarse periódicamente junto a su ganado en busca de pasto. Las disputas por los recursos acuíferos son a menudo causa de tensiones entre las tribus que habitan esta zona, los Turkana y los Dassanech.

Tradicionalmente, el clima de esta región se caracterizaba por alternar sequías periódicas con dos temporadas anuales de lluvias que ayudaban a paliar la escasez de agua. Sin embargo, en las últimas décadas las temperaturas medias máximas y mínimas de Turkana han aumentado entre 2 y 3 grados, alterando los patrones de lluvia. Esto, unido al establecimiento de una megapresa en la frontera con Etiopía y los sistemas de irrigación de numerosas plantaciones de azúcar, no ha hecho sino mermar todavía más las reservas de agua de la población.

Un tesoro bajo tierra

Las consecuencias de estos cambios son devastadoras para los habitantes de Turkana: los pastos se reducen, las fuentes se secan, crecen los enfrentamientos entre las tribus y las mujeres -tradicionalmente encargadas de recoger agua- cada vez tienen que recorrer distancias más largas para abastecer a sus familias.

Las niñas, que a menudo ayudan a sus madres en esta tarea, acaban abandonando la escuela para dedicar días enteros a esta búsqueda infructuosa. Y la falta de agua no tarda en provocar la aparición de enfermedades y problemas de saneamiento e higiene personal en las comunidades afectadas.

Irónicamente, aunque Turkana es actualmente la región más pobre de Kenia, bajo su superficie esconde un verdadero tesoro, ya que cuenta con enormes reservas subterráneas de agua dulce. Descubiertos hace ya nueve años, estos yacimientos aún no han traído prosperidad al distrito, ya que para acceder a los acuíferos se requieren labores de prospección demasiado complejas que las tribus locales no pueden llevar a cabo sin ayuda.

La importancia de un pozo

El agua es un elemento clave para el crecimiento económico de Turkana: promueve el desarrollo agrícola, mejora la salud y la higiene de la población, y garantiza la supervivencia del ganado. Conscientes de su importancia, desde FMLC no sólo hemos contribuido a la excavación de dos presas, sino que en nuestra escuela de Kapedor y en nuestro dispensario médico de Todonyang hemos construido sendos pozos que dan de beber a las familias del entorno y facilitan su día a día.

El hecho de contar con fuentes de agua en estas dos instalaciones es importante, ya que favorece el asentamiento de las comunidades en torno a la escuela y el centro médico, garantizando que además de agua, dispongan de acceso a la salud y la educación sin tener que recorrer enormes distancias.

De esta forma, dotándoles de infraestructuras básicas, promovemos que evolucionen desde el nomadismo hacia otras actividades económicas que permitan a estas tribus milenarias adaptarse ante un futuro incierto y sobrevivir en un presente que no deja de plantearles desafíos.

 

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